martes, 30 de agosto de 2011

¿Y Usted Qué?




Un fin de semana lleno de sentimientos y de sueños y por fin, llegó el lunes. Antes de las nueve, Niños Héroes 27. De nuevo la oficina del Señor Cortés Camarillo. Lo sigo, subimos una escalera y llegamos al mezanine. Una sala amplia. Escritorios grises, esparcidos, metálicos, unos con mecanismos para guardar las máquinas de escribir, otros sencillos. Alrededor, oficinas, cerradas o con cristales. Así era la redacción de Noticieros, con sus telex detrás de las vitrinas y ahí pasaría la mayor parte del tiempo durante los próximos cuatro años. Cuando nos mandaran a descansar, Laura Martínez Alarcón y yo, suplicaríamos que nos pusieran una guardia más.


Seguimos de frente y en un pequeño escritorio, la secretaria de esa oficina, una increíble mujer, que después supe, se llamaba Luz María, "la Santa Luzma". Más cristales y frente a frente, dos escritorios. Detrás, teléfonos, varios, muchos y sencillas máquinas de escribir. La oficina estaba vacía. El Señor Cortés Camarillo, me dejó ahí, sentada, sola, pero por pocos minutos. Cuando levanté la vista, estaba ante mí el dueño de la oficina. Me miró y sin más, por todo saludo, me preguntó: "¿Y Usted Qué?". Ese fue mi primer encuentro con "Raúl". Raúl Hernández Bautista, Jefe de Información de 24 Horas.


Creo que desde ese momento, pasé a ser parte de "sus soldados". Le contesté, sin tener idea con quien hablaba: "Yo voy a trabajar aquí". Otra mirada y un "¿por órdenes de quién?". "El Señor Cortés Camarillo va a hablar con usted". Nunca supe lo que le dijo. Mi nuevo jefe, me "sugirió" que me sentara en cualquier escritorio y ahí me dejó.


Primera lección: resistencia, resistencia al olvido, a ser invisible, a dejar que pasara el tiempo y a soportarlo. Después, un montón de boletines de prensa, esa enorme pesadilla con la que empezamos la mayoría. A leer cien cuartillas y resumirlas en dos. Luego, pasados los días, con su voz bajita tan peculiar, Raúl se acerca: "Va a ir con Ortega a una nota en la Embajada Española para que vea como se hace" y media vuelta. Mis reportes en su escritorio y la respuesta invariable: "Enséñeselas a Cortés Camarillo" Me atreví a hablar: "Mi jefe es Usted". "Pero él es mi jefe, cómo la ve?" Oí su voz, pero sólo ví su periódico. Yo no me iba a rendir.


Luego, llegó la primera nota, toda mía. Raúl se acerca al escritorio y me extiende un papel, -después me familiaricé con la órdenes,- en el que figuraba mi nombre, y me dice: "Con sonido y sin sonido y abusada, porque puede ser la primera y la última". Debía cubrir una exposición de pintura en la Casa de la Cultura de Xochimilco. ¡Era tan inexperta y sabía tan poco! ¡Gracias a Raúl, llevaba un miedo atroz! Los pintores no lo saben, soy una novata y me piden que haga la Inauguración de la Exposición. Me llevan un micrófono que me aterroriza más. ¡Cuanta risa me da recordarlo! Me limité a leer párrafos de la invitación, más nerviosa que nadie y salí del paso.


Tres semanas largas, difíciles, llenas de dudas. Un día cualquiera y alrededor de las tres de la tarde. Como si fuera una terrible predicción de lo que ocurriría años más tarde, empezó a temblar. No muy fuerte. Los teléfonos de la redacción enloquecieron. Los reportes de fugas de agua, de gas, de daños leves, no se detenían y no quedábamos muchos en la redacción. No podía dejar al jefe sólo y aunque nunca me ordenó que me quedara, lo hice. Entonces, conocí al verdadero Raúl. Cuando la calma regresó a la redacción, mi jefe me tomó por un hombro, me llevó a la parte de atrás, donde se tiraban los ditos y me dijo: "Mira maestra, te mandé traer comida del Fritz".


Raúl Hernández, era un jefe exigente, estricto, responsable e involucrado en su trabajo como ninguno. No podía estar demasiado tiempo lejos de la redacción. Nos enseñó a ser fuertes, a ser responsables, a esforzarnos, nos dio el ejemplo de su empeño incansable al trabajo y nos preparó para no decir nunca, no puedo. Nos hizo profesionales.


Hubo una vez...una nota especial... Raúl me mandó a uno de esos eventos, que con la experiencia que vas adquiriendo como reportero, sabes que será difícil o imposible meter a 24 Horas. Era 1981. Tiempos como los de hoy, de efervescencia política, ante las inminentes elecciones presidenciales de 1982. Estaría presente el Profesor Jesús Romero Flores, entonces, uno de los siete diputados sobrevivientes del Congreso Constituyente de 1917. No hubo discursos. Pocos reporteros. En los medios, uno de los temas recurrentes, la posible reforma del artículo 82 constitucional, que impedía a los hijos de extranjeros llegar a la Presidencia de la República.


Al parecer, dicha reforma, pretendía más que nada, eliminar el impedimento constitucional que por ser hijo de extranjero, enfrentaba el Profesor Carlos Hank González, Jefe del Departamento del Distrito Federal, en sus aspiraciones a la Presidencia.


Conocer a un constituyente de 1917 fue mágico, pura historia. Me siento a su lado y platico con el Profesor Romero Flores. ¿Qué motivos impulsaron a los constituyentes de 1917, a elaborar el famoso artículo 82? "Eran tiempos distintos, me dijo. Era muy fácil que los países extranjeros con ideas intervencionistas o expansionistas educaran a un niño hijo de extranjero y luego lo sentaran en nuestra silla presidencial para favorecer sus propios intereses en México" ¿Usted cree que podría reformarse? "Sí, ya no tiene mucha razón de ser, las épocas han cambiado y no vería problema en modificarlo. Todos los que nacen en México, son mexicanos, no importa de donde sean sus padres y hoy, ya no es tan fácil para los países extranjeros obtener privilegios de esa manera"


Ahí estaba mi nota. La escribí extensa, rebasando los límites establecidos de un minuto. El último párrafo decía: " El Profesor Romero Flores es uno de los siete constituyentes de 1917 que todavía sobreviven" A Jacobo, le gustó la nota y a punto de salir, feliz de su oficina, con un flamante VoBo, la mágica palabra completa y su firma JZ, escucho: "niña agrega los nombres de los otros seis" ¡Me hundí! ¡Por supuesto, no los sabía!


De la mano con la angustia, subí para cumplir la orden a ver como. Llamadas desesperadas y carreras de pánico por toda la redacción. Por fin logro algo y en el teléfono tengo al Capitán Alberto Terrones Benítez otro de los constituyentes. Con una voz cada vez más alta, le preguntaba los nombres de sus compañeros que aún vivían. El Capitán no me oía, ya no oía bien a nadie. El volumen en aumento, igual que la impotencia y a gritos, me hice entender. ¡Ay Señorita, no me acuerdo de los nombres! Raúl me lanzaba miradas ocasionales desde su escritorio, al parecer con una indiferencia total. A punto de llorar, me llama y me entrega un papelito con los nombres de todos los constituyentes. ¡ La nota quedó perfecta y la grabé completa!


Ese era mi jefe. No le gustaban el agradecimiento exagerado o las alabanzas. Siempre parecía duro. No todos llegaron a conocer al verdadero Raúl. Una de las cosas que más le admiré y le agradecí, además de su confianza y su amistad, fue la igualdad con que nos trataba a las reporteras. Muchas veces le oí decir que no le gustaban, que se casaban y se iban. Palabras, los hechos demostraban lo contrario. Nunca nos quitó una nota importante por ser mujeres y tampoco nos libramos, eso sí, de las redadas a Tepito o las guardias en la Cruz Roja incluido el paseo en la ambulancia o la cobertura en las barandillas de Tlaxcoaque y de incendios desde azoteas aledañas. ¡Qué grandes recuerdos tengo de Raúl, cuánta admiración y respeto para ti Jefe!







Informa en 24 Horas Julieta Berganza Linares.

1 comentario:

  1. Los mejores jefes saben ser maestros y por lo que nos cuenta Julieta Berganza Linares, Raúl Hernández se merece el título de maestro del periodismo. Raúl Hernández dejaba hacer pero sin dudar echar el hombro cuando su pupila lo
    necesitaba. El periodismo es una profesión difícil y muy arriesgada, sobre todo en México, que requiere de buenos profesionales dispuestos a ser maestros.
    A los periodistas que cumplen con celo su trabajo la sociedad les debe mucho, los periodistas buenos nos informan para ayudarnos a los demás a formar opinión y para ello se arriesgan si es necesario.
    Hoy , septiembre 2 de 2011 mientras leo blog “Informa en 24 horas” escucho la noticia de que, Ana María Marcela Yarce Viveros y Rocío González Trápaga han sido víctimas de aquellos a los que les estorban la verdad y la opinión ajena. El periodismo es una profesión difícil y arriesgada cuando se quiere hacer bien y hoy más que nunca se necesitan maestros del periodismo como Raúl Hernández capaces de guiar a los periodistas nobeles.

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